Tercera vuelta al mundo [Día 24] La Habana
El desayuno se sirve en el restaurante de la última planta, y en el ascensor tuve una breve charla con una pareja de Bulgaria. Tuvieron un difícil vuelo de 10 horas a Cuba. Hoy he quedado con la sirena en la piscina a una hora adecuada. Después de desayunar, di un paseo por la playa sola. Había un anciano con un cachorro. Era tan mono que le hice una foto. El anciano cortó el fondo de una lata vacía y la llenó de agua para dar de beber al cachorro, pero luego tiró el resto de la lata al mar. Era muy natural y natural. Pensé que el subdesarrollo tiene que ver con el corazón de la gente.
Después de admirar el mar durante un rato, en el camino de vuelta al hotel. La gente local se me acercó. En este país, todo el mundo te habla de manera informal. El contenido de la conversación era “¿Chino?”. ¡No, japonés! Oh, ¡Japón! ¡Béisbol, Ichiro, Matsuzaka! Cigarros, puros, cohibas, los venden baratos. Tenía la piel muy gruesa. Me negué y volví al hotel.
Había una sirena en la piscina, así que nos tumbamos en los sofás uno al lado del otro, pero el sol calentaba y la quemadura de ayer empezaba a doler, así que volví primero a mi habitación y me limité a leer ‘Shin Heike Monogatari’ en mi Kindle. Son 16 volúmenes, así que aún me queda mucho por leer. Hoy, Mermaid-chan está en clase de salsa otra vez.
La sirena ha vuelto al hotel, se ha duchado y ha comido langosta en el restaurante de la última planta. El bogavante cubano estaba rollizo y delicioso. Terminamos el día con el estómago lleno.