Vuelta al mundo por tercera vez [Día 1] Aeropuerto de Narita ⇒ Hong Kong
El general de Tosaya Muroto te recoge y te lleva a la estación de Kioto
Hoy estoy en mi tercera semana de viaje por el mundo: tres vueltas al mundo en un año. Es una auténtica locura. El dueño de mi restaurante de yakitori favorito me llevó a la estación de Kioto. El nombre de este restaurante de yakitori es Tosaya Muroto. Escribiré más sobre él a su debido tiempo. El dueño me dio un dashimaki en la estación de Kioto y viajé de la estación de Kioto a Shinagawa y a Narita, lo que me llevó unas cinco horas.
Maleta rota en el aeropuerto de Narita
Narita está muy lejos. Oí un crujido en mi maleta en la estación de Shinagawa, así que eché un vistazo y descubrí que la raíz de la ricino estaba rota. Menos mal que fue antes de salir…
Compré una maleta en Narita a toda prisa y sustituí el contenido. La maleta rota se compró en Japón, pero no sé si era de fabricación japonesa o no. La que compré en Narita esta vez sí era de fabricación japonesa. Es fácil de usar. La fabrica un fabricante llamado Proteka. La vieja maleta se desechó en la tienda donde la compré.
Me encontré con la sirena en el vestíbulo. Mientras esperaba a la sirena, me comí primero el dashimaki. La sirena comió bastante dashimaki y llamó al capitán para agradecerle su hospitalidad. Tras los controles de seguridad y los trámites de inmigración, me relajé en la sala JAL Sakura Lounge y volé a Hong Kong. Una vez en Hong Kong, tomamos un vuelo a Johannesburgo, que estaba a sólo una hora de distancia, por lo que teníamos un horario muy apretado.
El vuelo se retrasó una hora para salir de Narita, y el aeropuerto de Hong Kong estaba tan abarrotado que tuvimos que volar en círculos y esperar para aterrizar. Cuando pregunté a la azafata por qué había tanta gente, me dijo que era porque China celebraba el Año Nuevo Chino. Ya veo. Cuando le dije que no había hora de conexión, me dijo que estaba en contacto con el avión que esperaba en tierra y que me estaban esperando. Pero me dijeron que podría quedarme atrás. A mí me pareció bien porque es algo que no puedo controlar, pero la sirena estaba muy nerviosa. Cuando aterrizamos y salimos corriendo del avión, parecía que el avión que iba a Johannesburgo ya había cerrado sus puertas.
Una empleada de Hong Kong nos explica disculpa y cordialmente en un japonés fluido. Otros dos japoneses debían embarcar en el mismo avión, así que cuatro de nosotros nos quedamos atrás. Los dos hombres seguían esperando un vuelo de reemplazo, pero lo conseguiremos. Nos hicimos una foto, agradecidos por la oportunidad de conocerlos.
Luego nos dirigimos a Dubai, que no estaba en nuestro itinerario…